El sábado pasado, el rey Carlos III y la reina Camila fueron coronados oficialmente en una ceremonia en la Abadía de Westminster de Londres. La ceremonia fue atendida por más de 2,000 invitados, incluyendo líderes mundiales, aristócratas y celebridades. Las trompetas sonaron dentro de la abadía medieval y la congregación gritó “¡Dios salve al rey!”.
Sin embargo, en las calles, miles de agentes de la ley, decenas de miles de espectadores y miles de manifestantes se reunieron.
La Policía Metropolitana advirtió que tendría un “umbral extremadamente bajo” para las protestas y, de manera controvertida, planeó usar tecnología de reconocimiento facial masivo para monitorear a las multitudes.
La fuerza policial escribió en Twitter que su tolerancia a cualquier interrupción, ya sea a través de protestas o de otro tipo, sería baja y que trataría con firmeza a cualquiera que intentara socavar la celebración.
“NO ES MI REY”
Antes de que el rey y la reina salieran del Palacio de Buckingham para una procesión a la abadía, decenas de activistas y manifestantes levantaron pancartas en la ruta, declarando: “No es mi rey”.
El grupo de derechos humanos Liberty señaló en Twitter que todos tienen derecho a seguir con sus vidas sin ser observados ni monitoreados, pero todos en la coronación corren el riesgo de que sus rostros sean escaneados por tecnología opresiva de reconocimiento facial.
Las protestas se producen en medio de una creciente preocupación por el aumento del poder de la Policía para sofocar la disidencia en el Reino Unido, luego de la reciente introducción de un controvertido proyecto de ley de orden público, que autoriza a los agentes policiales a tomar medidas más enérgicas contra los manifestantes pacíficos.
Partes de la legislación entraron en vigor días antes de la coronación.