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Tromba de Obsidiana

Luis Andrés Rivera Levario. Vocero de Salvemos los Cerros de Chihuahua.

En fechas recientes la defensa del agua en Chihuahua se ha asociado principalmente con las movilizaciones de productores agrícolas del campo. Sin embargo, en la capital del estado ocurrió algo distinto: una marcha en defensa del agua protagonizada por estudiantes y trabajadores urbanos.

El color predominante no fue el blanco, sino una diversidad de colores. Destacaron las banderas de Palestina, en protesta por los convenios que la Junta Central de Agua y Saneamiento (JCAS) y la Junta Municipal de Agua y Saneamiento (JMAS) han firmado con el Estado de Israel, señalado internacionalmente por crímenes de guerra y genocidio. Ante ello, las organizaciones exigieron romper esas relaciones institucionales: en Chihuahua no se quieren ese tipo de “alianzas”.

Durante la protesta pacífica se lanzaron consignas contra los tres principales partidos —PRI, PAN y Morena—, acusándolos de sostener un modelo económico extractivista. Aunque no se discutieron las leyes del agua, sí se denunció la contaminación que CONAGUA, la JMAS y la JCAS han permitido e incluso provocado en cuerpos de agua como el Río Sacramento, recientemente destruido por autoridades federales, y el Arroyo de las Ánimas, contaminado desde hace meses por la propia Junta Municipal.

La marcha fue convocada también en el marco de la jornada nacional de lucha por la reducción de la jornada laboral a 40 horas. Participaron organizaciones estudiantiles como el Movimiento Obrero Estudiantil Socio-Ambiental (MOESA), que señalaron la política represiva del rector de la UACH y exigieron educación pública gratuita, especialmente tras la detención arbitraria de un joven en un Burger King por parte de guardias universitarios.

La manifestación, convocada por Salvemos los Cerros (SLC) y otras organizaciones, forma parte del proceso de articulación de un polo político e ideológico autónomo, independiente de los partidos tradicionales. Por ello mismo, era previsible la llegada de descalificaciones. Un ejemplo fue el medio digital del Gobierno del Estado, El Tiempo, que insinuó falsamente que SLC busca convertirse en partido político para obtener prerrogativas. Una mentira burda.

Las personas, los jóvenes y las organizaciones sociales están profundizando sus demandas y sus formas de lucha. Algo que no se veía en Chihuahua desde hace mucho tiempo. Esta encrucijada representa una gran responsabilidad para quienes buscan hacer política de otra manera: enfrentar los prejuicios y los obstáculos que imponen los viejos intereses económicos y electorales.

Sin embargo, si se mantienen unidos, podrán resistir, crecer y fortalecer un nuevo horizonte para la ciudad. Ese es el desafío.