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Tromba de Obsidiana

Luis Andrés Rivera Levario. Vocero de Salvemos los Cerros de Chihuahua.

Uno de los símbolos más profundos de la identidad chihuahuense aparece en el propio escudo del Estado: el Cerro Guaguachic. Su nombre mestizo honra al gobernante colonial Coronel y Zubiate, y según la investigación de M. Ponce de León, podría incluso ser uno de los orígenes del nombre Chihuahua (“GuaguaChic–Chiguagua”). Sin embargo, pese a su peso histórico, cultural y paisajístico, hoy el cerro se encuentra abandonado por todos los gobiernos, todos los partidos y también por la iniciativa privada.

Solo la sociedad civil organizada mantiene un interés legítimo en proteger este territorio. Durante años, colectivos como Salvemos los Cerros, Keyah, Reforestemos, Movimiento Obrero Estudiantil Socioambiental y muchos otros grupos han trabajado para reforestarlo, limpiarlo y cuidarlo, conscientes de que defender este espacio es defender el derecho humano a un medio ambiente sano.

Aun así, una parte de la sociedad ha comprado la idea —falsa— de que el Cerro Coronel Guaguachic ya no conserva ningún valor ecológico. La evidencia dice lo contrario. En los últimos años hemos visto:

Un exhorto del H. Congreso del Estado para declararlo área natural protegida.

La visita de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, que corroboró sus servicios ambientales, entre ellos la captación de agua.

Inspecciones de PROFEPA, que confirmó la presencia de especies protegidas.

El propio gobierno municipal reconociéndolo como área protegida en el Plan de Desarrollo Urbano (PDU).

Pero todo se ha quedado como letra muerta. Nada ha pasado del papel a la realidad.

Las empresas de telecomunicaciones que instalaron antenas hace décadas solo han aportado basura. El gobierno municipal mantiene el cerro como una zona franca para que se alcoholice y contamine sin control. El gobierno federal —propietario de gran parte del cerro a través del Instituto Nacional de Suelo Sustentable— tolera invasiones, ventas ilegales y destrucción provocada por grupos criminales.

Por eso el Coronel no tiene quién le escriba.

En el ámbito estatal, los delitos ambientales que se denuncian ante el Ministerio Público duermen el sueño eterno en las oficinas de la Fiscalía General. A nivel federal no existe plan alguno serio de protección; por el contrario, avanza la intención de instalar viviendas del Infonavit en sus faldas, un proyecto que rechazamos de manera contundente y que, de concretarse, enfrentará una batalla legal por parte de colectivos ciudadanos.

De nuestros representantes populares hay que decirlo sin rodeos: no hay uno solo —ni uno— que muestre un interés real por la defensa de este cerro que forma parte de nuestra identidad, nuestra historia y nuestro paisaje. No importa el color ni la bandera: en su abandono del Coronel todos coinciden.

Solo la ciudadanía lo defiende.
Y si es así, no podemos aflojar. Somos las y los chihuahuenses quienes amamos esta tierra, a diferencia de políticos y farsantes que solo ven territorio cuando pueden convertirlo en negocio.

Este año, todos los miércoles se han plantado más de 200 árboles y plantas desérticas y nativas en zonas impactadas del cerro. Se realizan limpiezas, riego, vigilancia comunitaria y reforestaciones continuas. Invitamos a la ciudadanía a sumarse. Solo así podremos dignificar este espacio público y ejercer presión para que finalmente se emita su declaratoria como área natural protegida.

De los políticos, ya no podemos esperar nada.
De la gente, podemos esperarlo todo.

El Coronel tiene quién lo cuide: el pueblo. Ignorados, tal vez, pero nunca vencidos.